El Taumaturgo del Nuevo Mundo

San Francisco Solano

Un vistazo a la impresionante vida y obra de San Francisco Solano

Los 14 de julio recordamos a san Francisco Solano, llamado «el Taumaturgo del nuevo mundo», por la cantidad de prodigios y milagros que obtuvo en Sudamérica.

Los primeros años: paz, humildad, sencillez

Francisco Solano nació en 1549, en Montilla, Andalucía, España. Desde muy pequeño se caracterizó por su habilidad en poner paz entre los que se peleaban. Cuando había algún duelo a espada, bastaba que Francisco corriera a donde los combatientes a suplicarles que no se pelearan más, para que hicieran las paces.

Estudió con los Jesuitas, pero entró a la comunidad Franciscana porque le atraían mucho la pobreza y la vida tan sacrificada de los religiosos de San Francisco. Sus primeros años de sacerdocio los dedicó a predicar con gran provecho en el sur de España. Sus sermones no tenían nada de rebuscado ni de elegante, pero llegaban hasta el corazón de los pecadores y conseguían grandes conversiones; esto debido a que rezaba mucho antes de cada predicación.

Durante la peste del tifo negro en Andalucía, Francisco y su compañero Fray Buenaventura se dedicaron a atender a los enfermos más abandonados. Francisco se contagió y creyó que ya le había llegado la hora de partir para la eternidad, pero luego, de la manera más inesperada, quedó curado. Con eso se dio cuenta de que Dios lo tenía para obras apostólicas todavía más difíciles.

San Francisco Solano

Corazón misionero

Pidió a sus superiores que lo enviaran de misionero al Africa, pero su petición no fue aceptada. Poco después el rey Felipe II pidió a los franciscanos que enviaran misioneros a Sudamérica y entonces sí fue enviado a extender la religión por estas tierras.

Una terrible tempestad lanzó el barco en que viajaba contra unas rocas frente a Panamá y se partió en dos. No había sino una embarcación para volver a tierra firme, y el misionero prefirió aguardar allá en esos escollos con los esclavos negros que él había venido instruyendo durante el viaje y acompañarlos hasta que llegara otra barca a salvarlos. Aprovechó esos días para acabar de instruirlos y bautizarlos allí mismo.

La pequeña embarcación los llevó a unas costas inhospitalarias y allá pasaron días terribles de hambre y peligros. Cuando los marineros se desesperaban lo único que podía calmarlos era la intervención del Padre Francisco. Cuando había peleas, al único que le hacían caso para dejar de pelear, era el Padre Solano. Al fin lograron que un barco los recogiera y los llevara a la ciudad de Lima.

Recorriendo América

Fray Francisco Solano recorrió el continente americano durante 20 años predicando, especialmente a los indígenas. En una ocasión realizó un larguísimo viaje a pie desde Lima hasta Tucumán (Argentina) y hasta las pampas y el Chaco Paraguayo. Viajó más de 3,000 kilómetros sin ninguna comodidad, tan sólo confiando en Dios y movido por el deseo de salvar almas.

Descubrió que lograba aprender con extraordinaria facilidad los dialectos de los nativos a las dos semanas de estar con ellos, y le entendían todos admirablemente sus sermones. Sus compañeros misioneros se admiraban grandemente de este prodigio y lo consideraban un verdadero milagro de Dios. Pero lo más admirable es que los pueblos indígenas, aun los más agresivos y desconfiados de los europeos, recibían los sermones del santo con mucha docilidad. Dios le había concedido la eficacia de la palabra y la gracia de conseguir la simpatía y buena voluntad de sus oyentes.

Llegó a las tribus más guerreras e indómitas y aunque al principio lo recibían al son de batalla, después de predicarles por unos minutos con un crucifijo en la mano, conseguía que empezaran a escucharle con un corazón dócil y pudo bautizar por centenares y miles.

Música y oración

La música, la danza y la alegría del corazón

El Padre Solano tenía una hermosa voz y sabía tocar muy bien el violín y la guitarra; en los sitios que visitaba divertía a sus oyentes con sus alegres canciones. Un día llegó a un convento donde los religiosos eran demasiado serios y recordando el espíritu de San Francisco de Asís que era vivir siempre interior y exteriormente alegres, se puso a cantarles y hasta a danzar tan jocosamente, que aquellos frailes terminaron todos cantando, riendo y hasta bailando en honor del Señor Dios.

Armonía con toda la creación

San Francisco Solano misionó por más de 14 años por el Chaco Paraguayo, por Uruguay, el Río de la Plata, Santa Fe y Córdoba de Argentina, siempre a pie. Su paso por cada ciudad o campo, era un renacer del fervor religioso. Un día en el pueblo llamado San Miguel, un toro feroz se salió del corral y empezó a cornear sin compasión por las calles. Llamaron al santo y éste se le enfrentó calmadamente al terrible animal. La gente vio con admiración que el bravísimo toro se le acercaba a Fray Francisco y le lamía las manos y se dejaba llevar por él otra vez al corral.

A imitación de su patrono San Francisco de Asís, el padre solano sentía gran cariño por los animalillos de Dios. Las aves lo rodeaban muy frecuentemente, y luego a una voz suya, salían por los aires revoloteando, cantando alegremente como si estuvieran alabando a Dios.

Últimos años en Lima

Por orden de sus superiores, los últimos años los pasó Fray Francisco en la ciudad de Lima predicando y convirtiendo pecadores. Entraba a las casas de juegos y hacía suspender aquellos vicios y llevaba a los jugadores a los templos. En plena plaza predicaba al pueblo advirtiendo de terribles castigos si seguían cometiendo tantos pecados y esto conseguía muchas conversiones.

Un día estando predicando en una misa empezó a temblar. Las gentes quisieron salir huyendo, pero él les dijo: «Si piden perdón a Dios, no les sucederá nada malo». Todos pidieron perdón y nada malo sucedió aquel día allí. Otro día en pleno sermón exclamó: «Por las maldades de estas gentes, todo lo que está a mi alrededor será destruido y no quedará sino el sitio desde donde estoy predicando». Y así sucedió años después. llegó un terremoto y destruyó el templo y todos los alrededores, y el único sitio que quedó sin que le pasara nada, fue aquel desde donde el santo había predicado.

En mayo de 1610 empezó a sentirse muy débil. Los médicos que lo atendían se admiraban de su paciencia y santidad. El 14 de julio, una bandada de pajaritos entró cantando a su habitación y el Padre Francisco exclamó: «Que Dios sea glorificado», y expiró. Desde lejos las gentes vieron una rara iluminación en esa habitación durante toda la noche. San Francisco Solano: pídele a Dios muchas bendiciones para América.

Adaptación del artículo “San Francisco Solano”, publicado originalmente en https://www.ewtn.com/spanish/saints/Francisco_Solano.htm

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