Historia del Rosario

Historia del RosarioLos inicios

El Rosario es fruto de una larga evolución. En las sinagogas judías, antes de la venida de Cristo, el pueblo tenía la costumbre de recitar los 150 salmos para alabar a Dios. En los primeros siglos de cristianismo, los monjes heredaron esta costumbre. Con mucho fervor repetían los salmos en su oración o durante las actividades del día. Sin embargo, muchos no sabían leer, así que solo recitaban aquellos pasajes que recordaban. Luego rezaban el Padrenuestro.

Para ir contando sus oraciones los religiosos se ayudaban de cincuenta piedrecillas que guardaban en una bolsa de cuero. Tomaban una, recitaban el salmo y la arrojaban. Pero esto no era práctico porque al final del rezo tenían que recogerlas y muchas se perdían. No obstante, encontraron una solución. Los monjes tomaron un cordón al cual le hicieron 150 nudos. Se lo ataban a la cintura y así podían rezar con más facilidad. Allí se iniciaría el método de rezar con cuentas característico del rosario.

De los Salmos al Ave María

A partir del siglo IX, se hizo común entre los laicos la costumbre de rezar 150 Padrenuestros en vez de los 150 salmos. El método de rezar con cuentas se extendió por Europa, promovido por los monjes benedictinos de Cluny. Por ese mismo tiempo, el rezo del Avemaría se hacía cada vez más popular. Tal fue su impacto entre los creyentes, que terminó insertándose en la oración. En el siglo XII se empezaron a rezar 50 o 150 avemarías intercaladas por 5 o 15 padrenuestros.

El conjunto de 150 avemarías fue llamado el «Salterio de la Bienaventurada Virgen María». A mediados del s. XV, uno de los hermanos de San Bruno lo llamó «Rosario».

Cuando se cambió el rezo de los Salmos por los padrenuestros, las lecturas bíblicas no se dejaron de lado. Los religiosos decidieron acompañar sus oraciones por meditaciones inspiradas en la Biblia. Los textos escogidos para ello fueron extraídos del evangelio. Santo Domingo de Guzmán, fundador de los dominicos, utilizó este método para la evangelización y la catequesis con mucha eficacia. Gracias a los esfuerzos de los dominicos y de los monjes cartujos, en el siglo XV la comunidad cristiana llegó a rezar el rosario más o menos en su forma actual.

Los Misterios

Jacobo Sprenger, dominico, agrupó los pasajes bíblicos empleados y los llamó misterios. Existían tres tipos: gozosos, dolorosos y gloriosos. Esta división y la forma de rezar el rosario fueron confirmadas por el papa Pío V en la bula «Consueverunt» (17 de septiembre de 1569).

El último gran cambio en el rosario ocurrió en 2002 por iniciativa del Papa Juan Pablo II. El Santo Padre, que invitaba a la Iglesia a “contemplar el rostro de Cristo con María», publicó la carta apostólica “El Rosario de la Virgen María». En ella, introdujo los misterios luminosos. En estos contemplamos a Jesús durante su predicación. Podemos observarlo mientras caminaba entre nosotros y nos enseñaba el amor del Padre.

No sabemos si a los papas o a los fieles que rezamos el rosario se nos ocurrirán en el futuro maneras de rezarlo mejor. Lo seguro es que, en todo momento, seguiremos contando con la poderosa intercesión de nuestra santa madre, la Virgen María.

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