Juan XXIII, un Papa de… ¿transición?

San Juan XXIII

Cuando el cardenal Angelo Roncalli fue elegido para suceder a Pio XII, quienes apostaron por él esperaban tener un Papa de transición. Su edad avanzada y su carácter afable hacían prever que sería un Papa que le daría un tiempo a la Iglesia hasta que apareciese el “indicado”. Pero el Espíritu Santo no sopla sin un propósito.

El Papa Bueno

Juan XXIII, nombre que tomó al convertirse en pontífice, era un cura de pueblo, alguien acostumbrado a hacer las cosas. De inmediato se dio cuenta de la situación de la Iglesia con respecto a la sociedad, y puso todas sus fuerzas en el “aggiornamiento” (actualización) de la Iglesia.

Por su carácter paternal, sencillo y alegre, se le conoció como “El Papa Bueno”. Fue admirado por muchos, incluso por personas ajenas, hasta opuestas, a la Iglesia. Su carácter conciliador le gano la simpatía de líderes políticos y religiosos de todo el mundo.

Tuvo también muchos detractores, sobre todo cuando se le ocurrió la descabellada idea de convocar a un Concilio Ecuménico, el Vaticano II. No le alcanzó la vida para verlo concluido, pero los frutos de tal esfuerzo se ven hasta ahora.

El aporte de Juan XXIII

Su papel, no solo en la Iglesia, sino en el mundo fue de suma importancia. Entre sus aportes podemos mencionar que “la misa dejó de celebrarse en latín. Y se puso énfasis en que el buen católico no debía limitarse a asistir a misa, sino vivir activamente su fe. El papa también se pronunció acerca de la justicia social y de la búsqueda de la paz, esta última una cuestión urgente después de que la crisis de los misiles, en 1962, pusiera al planeta al borde de un holocausto atómico”.

Fue un hombre muy sencillo, de buen humor. Se cuentan muchas anécdotas de él. Una de ellas relata el momento en que visitó el Hospital del Espíritu Santo. El encontrarse con la religiosa que lo dirigía, ella le dijo “Santo Padre, soy la superiora del Espíritu Santo”; rápidamente, el pontífice respondió de manera ingeniosa “Es usted muy afortunada, yo solo soy el Vicario de Cristo”

San Juan XXIII

Publicó ocho encíclicas, la primera «Ad Petri Cathedram» («La cátedra de Pedro»), el 29 de junio de 1959, y la última, «Pacem in terris» («La paz en la tierra»), el 11 de abril de 1963.

Murió en junio de 1963. El 20 de diciembre de 1999 fue declarado venerable, y luego el 3 de septiembre de 2000, fue beatificado por Juan Pablo II. Años más tarde, el 27 de abril de 2014, fue canonizdo, junto con Juan Pablo II.

Decálogo de San Juan XXIII

  1. Sólo por hoy trataré de vivir exclusivamente al día, sin querer resolver los problemas de mi vida todos de una vez.
  2. Sólo por hoy tendré el máximo cuidado de mi aspecto: cortés en mis maneras, no criticaré a nadie y no pretenderé criticar o disciplinar a nadie, sino a mí mismo
  3. Sólo por hoy seré feliz en la certeza de que he sido creado para la felicidad, no sólo en el otro mundo, sino en éste también.
  4. Sólo por hoy me adaptaré a las circunstancias, sin pretender que las circunstancias se adapten todas a mis deseos.
  5. Sólo por hoy dedicaré diez minutos a una buena lectura; recordando que, como el alimento es necesario para la vida del cuerpo, así la buena lectura es necesaria para la vida del alma.
  6. Sólo por hoy haré una buena acción y no lo diré a nadie.
  7. Sólo por hoy haré por lo menos una cosa que no deseo hacer; y si me sintiera ofendido en mis sentimientos, procuraré que nadie se entere.
  8. Sólo por hoy me haré un programa detallado. Quizá no lo cumpliré cabalmente, pero lo redactaré. Y me guardaré de dos calamidades: la prisa y la indecisión.
  9. Sólo por hoy creeré firmemente -aunque las circunstancias demuestren lo contrario, que la buena Providencia de Dios se ocupa de mí, como si nadie más existiera en el mundo.
  10. Sólo por hoy no tendré temores. De manera particular no tendré miedo de gozar de lo que es bello y de creer en la bondad.

Fuentes:

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