No subestimes el amor de nuestros padres

Amor de padres

El amor, esfuerzo y sacrificio que nos demuestran nuestros padres ayuda a definir quiénes somos y juega un papel fundamental en el desarrollo de la persona.

Hace unos meses se viralizó el video de una joven paraguaya que le lleva el título de licenciada que acaba de obtener a su padre, quien trabaja como albañil en una obra en construcción. El video es hermoso porque la hija reconoce que ella se recibió gracias al esfuerzo y aliento de su padre. Un ejemplo que, gracias a Dios, es cada vez más frecuente en nuestra querida Hispanoamérica. Esto nos recuerda lo importante que es el aliento que tanto los padres como los hijos necesitan para que ejemplos como éste sean cada vez más comunes.

El esfuerzo silencioso de los padres

Un padre haría cualquier cosa por sus hijos. Un buen padre es quien descubre, apoya y guía todo el potencial de sus hijos. Y cuanto más silencioso es ese descubrimiento, más maravilloso es el padre. Conforme los hijos crecemos, nos volvemos más conscientes de los silenciosos esfuerzos y sacrificios que realizan nuestros padres, lo que a su vez nos inspira a imitarlos y hace que los amemos y valoremos más.

El dolor, cuando se ama, es llevadero

El esfuerzo de los padres, como en el caso de la joven del vídeo, a menudo tiene lugar en medio del dolor, la oscuridad y el sufrimiento. Pero esos dolores tienen una recompensa enorme: ver los frutos del esfuerzo reflejados en los hijos. El Papa Francisco dijo: «Jesús nos recuerda que su vía es la vía del amor, y no hay verdadero amor sin el sacrificio de sí».

Hijo, llega a donde yo no pude

El amor es buscar el bien de la persona amada. Y esto se ve especialmente en el amor de los padres a los hijos. Todo padre quiere siempre que sus hijos sean mucho mejores que él. El amor nos impulsa a querer, como san Juan Bautista: «Qué el aumente y que yo disminuya» (Jn 3, 30). El amor de los padres es el sacrificio de la propia vida para ver a los hijos superarse y superarnos.

Amor de madre

La “santidad común” de los padres

El papá de este caso trabajaba tan esforzadamente que no pudo asistir a la entrega de grados de su hija licenciada. Muchas veces los papás tenemos que olvidarnos de nosotros mismos, de nuestros deseos y gustos, para lograr que nuestros hijos lleguen a ser lo que deben ser. Ese olvido de sí mismo es un camino privilegiado de santidad. El Papa Francisco dijo recientemente: «Veo la santidad en una mujer que cría a sus hijos. En un hombre que trabaja para llevar a casa el pan. En los enfermos. En las religiosas… Esta es la santidad común».

Los hijos aligeran la carga de los padres

El sacrificio gigante que hacen nuestros padres para regalarnos la vida, esforzándose por 20, 30 o 40 años, merece también su retribución. Los hijos tenemos que ser agradecidos con nuestros padres, y valorar el esfuerzo que ellos hicieron para que nosotros lleguemos a ser lo que somos. Podemos ayudarlos en primera instancia en el hogar, estando dispuestos a apoyarlos en sus tareas y labores; pero podremos retribuirles todo lo que hicieron por nosotros especialmente cuando se van poniendo viejitos, ayudándolos en su vejez a que se sientan confortados, acompañados y queridos, especialmente por sus hijos y nietos.

Amor de familia

Gratitud, respeto y honra a nuestros padres

Nuestros padres han dado todo de sí para que lleguemos a ser lo que somos. A ellos les debemos eterna gratitud y respeto. Por eso, en los mandamientos, el que menciona a los padres está en la primera tabla, la referida a los deberes con Dios. Cuando llegue el momento de juntar los frutos del respeto a los padres al formar nuestras propias familias, se nos garantiza una felicidad más plena. El Papa Francisco lo describió así:

«El profeta [Isaías] escribe: “Mira a tu alrededor y observa: todos se han reunido y vienen hacia ti; tus hijos llegan desde lejos y tus hijas son llevadas en brazos. Al ver esto, estarás radiante, palpitará y se ensanchará tu corazón”. Es una espléndida imagen, una imagen de la felicidad que se realiza en el encuentro entre padres e hijos, que caminan juntos hacia un futuro de libertad y paz».

Hagamos que cada familia camine junto a Dios hacia este futuro de libertad y de paz. Hagamos de cada hogar un nido de humanidad, donde se despliegue lo mejor de la próxima generación en un clima de amor, de respeto y de sacrificio. Hagamos de cada hogar un hogar a imitación del que tuvieron Jesús, María y José, que ayudaron a crecer al Niño Jesús en sabiduría, estatura y gracia ante Dios y ante los hombres (Lc 2,52).

Artículo publicado originalmente en https://catholic-link.com/amor-padres-hijos-esfuerzo/

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