Rosa de Lima

Santa Rosa de Lima

La primera santa de América es peruana. Santa Rosa de Lima no es solo venerada en Perú, es muy conocida y venerada en todo el mundo. En Filipinas se inauguró no hace mucho, un santuario en su honor.

Hemos dedicado antes algunas líneas a nuestra Santa. Ahora queremos compartir extractos de esos artículos para refrescarnos un poco la memoria sobre su vida y su aporte a la vida espiritual de todos nosotros.

En Perú, desde pequeños, nos enseñaron en la escuela sobre Santa Rosita de Lima. En estas fechas le dedicábamos poemas, dibujos, canciones. Se escenificaba su vida, y en el curso de religión repasábamos su biografía.

El nacimiento de la santa

Isabel Flores de Oliva nació en la ciudad de Lima el 20 de abril de 1586, siendo la cuarta de 13 hijos. A los doce años se mudó con su familia al pueblo de Quives, a 60 kilómetros de Lima. Cuenta la tradición que, desde temprana edad, realizaba en secreto ayunos constantes y durísimas penitencias, siguiendo el modelo de Santa Catalina de Siena. Al parecer estas penitencias y mortificaciones le ocasionaron contraer un reuma muy fuerte que superó tras una dolorosa recuperación.

Santa Rosa de Lima

El llamado de Dios

Regresó a Lima junto con su familia durante su juventud. Trabajaba en el huerto y hacía bordados para contribuir a la economía familiar. Por su belleza atrajo a varios pretendientes, a quienes rechazó una y otra vez, a pesar de las opiniones de su familia y amistades, llegando incluso a cortarse el cabello para no atraerlos. Dedicaba buena parte de su tiempo a la contemplación de la Eucaristía, que recibía a diario. Quiso convertirse en monja en la Orden Dominica, pero, tras la prohibición de su padre, se hizo terciaria, a imitación de Santa Catalina de Siena.

Santa Patrona

Falleció el 24 de agosto de 1617, a la edad de 31 años. En 1671 fue canonizada por Clemente X, siendo la primera santa del continente americano, del cual es patrona. También es patrona de la policía nacional del Perú y la guardia civil: esto debido a que, según cuenta la historia, durante su vida hubo noticia de que corsarios provenientes de los Países Bajos se acercaban al puerto del Callao, sembrando el pánico en la ciudad. Rosa, junto con un grupo de mujeres, se reunieron enseguida en la Iglesia de Nuestra Señora del Rosario, para rezar por la salvación de la ciudad. El capitán de la flota falleció al poco tiempo, obligando a las naves a retirarse, suceso que todos consideraron milagroso y que atribuyeron a la santa limeña.

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La búsqueda del silencio

¿Por qué Santa Rosa sintió la necesidad de tener momentos para recluirse de la sociedad? Se nos ocurren algunas ideas: tal vez empezó a sentir el agobio que viene con la popularidad, cuando todos te buscan para pedirte tu opinión y tu consejo; o podría ser que le resultara difícil orar en paz bajo las miradas expectantes de sus paisanos; es posible que anhelara un momento de silencio entre todo el ruido que le rodeara. En el mundo de hoy, nos puede suceder exactamente lo mismo: recibimos tantas llamadas y mensajes en nuestros móviles, o tenemos tantos amigos y seguidores en redes sociales, o estamos todo el tiempo tan inmersos en los ruidos del entretenimiento, que ansiamos tener algo de paz, aunque sea por unos momentos.

Recargarse para servir

Alejarnos del ruido y tener unos momentos de paz, silencio y soledad puede ser una experiencia intimidante y fascinante a partes iguales. Cuando se vuelve parte de nuestra rutina, nos damos cuenta de lo valioso e importante que es poder ordenar nuestros pensamientos, conectar nuestra mente y alma, y poder comprender lo que Dios nos dice. Pero a veces la tentación es quedarnos en la ermita, en el silencio, alejados de todos.

Santa Rosa de Lima no abandonó el servicio al prójimo y las buenas obras para dedicarse por completo a la meditación y contemplación. El mundo necesita de nosotros; necesita que compartamos todo aquello que recibimos en nuestros momentos de reclusión. Que al salir de la ermita, hallemos nuevas fuerzas y energías para poner todo nuestro empeño en construir un mundo mejor.

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