Sor Ana de los Ángeles: madre, hermana y amiga

Sor Ana de los Ángeles Monteagudo tuvo un gran amor a la Santísima Virgen Madre de Dios, a ella confiaba todos sus anhelos desde muy pequeña. Sobre todo le encomendaba interceder por las intenciones de la gente que acudía a ella en busca de socorro material o auxilio espiritual.

Fe profunda en la divina providencia

Para ejemplo de la confianza tan grande que Sor Ana tenía en la providencia de Dios, tenemos la Historia de cómo llegó la imagen de la Madre de Dios al Monasterio:

Ana de los Ángeles, “deseaba ardientemente una imagen de la Santísima Virgen para el Templo del Monasterio y, Dios movió el corazón de un piadoso sacerdote, el cual escribió a la Priora avisándole que tenía una imagen muy milagrosa, y quería obsequiarla para que fuese más honrada en su iglesia. La madre Priora apenas recibió la carta cuando congregó a las madres de consejo, les propuso la petición laudable de aquel eclesiástico y luego pasó a tratar de los medios más oportunos para traer la sagrada imagen.

Muchas opinaban que era mejor aguardar a que pase la estación de lluvias, pero Ana de los Ángeles propuso el modo de enviar en secreto por ella, buscando personas de toda confianza. Les dio todo lo necesario para su viaje, previniéndoles que no se asustasen por más que lloviese, relampaguease y tronase. Así se verificó a despecho de las furiosas tempestades, no sintieron la menor impresión de las aguas ni se mojó el cajón en que estaba la milagrosa imagen, y al regresar al monasterio, publicaron los muchos prodigios obrados por el Señor en obsequio de María.

Sor Ana de los Ángeles luego procuró en que se hiciese un lugar en el altar mayor, en donde la colocaron, siendo desde entonces Nuestra Señora de los Remedios singular protectora de Arequipa”.[1]

Sor Ana de los Angeles

La confianza de Sor Ana no le venía solamente de casualidad, al contrario, ella la cultivaba a través de esfuerzos por cumplir sus deberes.

Era enemiga de la ociosidad y no desperdició en su vida un instante de tiempo: alternaba las horas que no eran de Comunidad en el trabajo manual o en ejercicios particulares, ya en la oración y meditación, ya rezando el Rosario cuyos méritos aplicaba en beneficio de las almas.

Amor incondicional

Sor Ana de los Ángeles tuvo un gran amor a todos:

A sus padres quienes nunca llegaron a perdonarle el que abandonase toda comodidad para ser religiosa. Sin embargo ella rezaba todos los días por ellos y siguió amándoles con todo respeto y cariño.

A sus hermanas de Comunidad, con quienes compartió la mayor parte de su vida, haciéndose querer por algunas y por otras incluso odiar. Pero nuestra hermana siempre las acogió con cariño, llegando incluso a pedir perdón ante los superiores por las faltas que ellas cometían contra ella. Asistiéndolas con amor cuando enfermaban gravemente.

A las personas que llegaban al Monasterio en su busca pues veían en la Madre Ana de los Ángeles a una “madrecita” con quien podían confiar sus penas y problemas, logrando muchas veces que les aconsejase con sabiduría y amor admirables. Muchas veces la escogieron como Madrina de sus hijos y ella supo ser un ejemplo de Santidad para todos.

Los fieles de hoy en día acuden a su Intercesión día a día, confiados en que hay una hermana que ruega por sus necesidades y continúa sirviendo a los demás como Cristo mismo lo encargó.

Sor Ana de los Ángeles Monteagudo – Ruega por nosotros y nuestras familias


[1] Adaptación de la: Biografía de la V. Madre Sor Ana de los Angeles Monteagudo – Opúsculo escrito por R.P. Elías Pasarell OFM

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