Angel de la guarda, dulce compañía

Angel de la guarda

“(…) pues a sus ángeles ha ordenado que te escolten en todos tus caminos. En sus manos te habrán de sostener para que no tropiece tu pie en alguna piedra” (Salmo 91,11)

Desde la infancia a la muerte, la vida de humana está rodeada de su custodia. «Cada fiel tiene a su lado un ángel como protector y pastor para conducirlo a la vida». Desde esta tierra, la vida cristiana participa, por la fe, en la sociedad bienaventurada de los ángeles y de los hombres, unidos en Dios.

A los ángeles se les atribuye un papel benefactor: velan por los hombres, presentan a Dios sus oraciones, presiden los destinos de las naciones. En el Nuevo Testamento hallamos muchos textos que hacen referencia a los ángeles. De los Ángeles Custodios, con nombre propio, conocemos a: Rafael, compañero de viaje y guardián de Tobías, y Miguel arcángel, defensor Custodio de la iglesia.

Los ángeles y los hombres

«Señor, ¿qué es el hombre para que te ocupes de él?… Para que ninguno de los seres celestiales deje de tomar parte en esta solicitud por nosotros, envías a los espíritus bienaventurados para que nos sirvan y nos ayuden, los constituyes nuestros guardianes…» (fragmento de uno de los sermones de San Bernardo, abad)

Los ángeles ejercen un importante papel, sobre todo en lo que respecta a la fe, como nos lo enseña Santo Tomás de Aquino: “Dionisio prueba que las revelaciones de las cosas divinas llegan a los hombres mediante los ángeles. Esas revelaciones son iluminaciones, por tanto, los hombres son iluminados por los ángeles”.

De los niños: Dice Jesús: «Guardaos de menospreciar a uno de estos pequeños: porque yo os digo que sus ángeles, en los cielos, ven continuamente el rostro de mi Padre que está en los cielos».

Recemos juntos a nuestro ángel de la guarda

Ángel de mi guarda,
dulce compañía,
no me desampares,
ni de noche ni de día.
No me dejes solo
que me perdería.
Hasta que amanezca,
en los brazos de Jesús,
José y María.


Fuentes:

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