
La Iglesia recuerda el 29 de septiembre a los tres arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael, cada uno con una misión específica. Pero, ¿cómo se debe celebrar correctamente esta fiesta?
¿Qué son los arcángeles?
Los arcángeles son ángeles, por lo tanto, mensajeros. Pero el prefijo Arc, que significa principal, les da una jerarquía mayor. Es decir, son mensajeros de asuntos muy importantes. Por ello es que se les encuentra en las Sagradas Escrituras, asociados a acontecimientos tan importantes como los nacimientos de Juan Bautista y de Jesús.
La Iglesia reconoce sólo tres nombres, porque son los que aparecen en la Biblia. Algunas referencias mencionan otros cuatro, que aparecen en textos apócrifos. Y aunque en algunos pasajes se hace mención a los “siete ángeles que están delante de la Gloria de Dios” (Tobías 12, 15 y Apocalipsis 8, 2), se reconocen y veneran únicamente tres, por ser ellos cuyos nombres aparecen en las Escrituras.
Errores comunes en el culto a los ángeles
Desde hace un tiempo no muy corto, las “nuevas filosofías” han incluido dentro de sus rituales, un culto a los ángeles que no es el que la Iglesia enseña. Según ellos, son muchos y están asociados a países, meses, días de la semana y hasta signos del Zodiaco, no precisan de Dios pues tienen poder por sí mismos y pueden obrar milagros a voluntad.
Sin mencionar las formas de comunicarse con ellos, incluyendo visualiza escenas e introduce con su imaginación a los ángeles para “entablar una conversación”. Y, ¿han oído hablar de los “cristales angélicales”? esas piedras “cargadas de energía de ángeles” y que los convierte en “amuletos poderosos”. La Iglesia dice de estas prácticas y teorías son anticristianas, empezando porque desvinculan la naturaleza de los ángeles de su propósito como mensajeros de Dios, y los convierte en entidades autónomas, que dispensan gracias a voluntad.
El riesgo de estas prácticas radica en que, como la Escritura lo señala, el demonio se disfraza de “ángel de luz” (2 Cor 11,14), por lo que al invocar la presencia de estos supuestos “ángeles” existe el riesgo de que el demonio se disfrace, pues, siendo el padre de la mentira, busca cualquier forma de alejarnos de Dios y poner nuestra atención y confianza lejos de Él.

El correcto culto a los ángeles
La Iglesia nos enseña que la única forma de comunicarnos con los ángeles es la oración. El Padre Daniel Gagnon, fundador del proyecto Red de Investigadores de Movimientos, Iglesias y Religiones (REDIMIR) de México, dice que “es bueno orarles para que nos ayuden”. Pero no olvidar que están al servicio de Dios, no actúan por cuenta propia, ni tienen poder en sí mismos.
Podemos orar pidiendo su asistencia. Un ejemplo es la oración al ángel de la guarda que nos enseñaron de niños, y que muchos ya adultos repetimos con fe, confiados en que nos asistirá en los momentos difíciles.
Y, ¿los tres arcángeles?
Como mencionamos al inicio, la Iglesia reconoce por nombre únicamente a tres, por ser ellos nombrados en las Sagradas Escrituras.
Gabriel, fortaleza de Dios
Mencionado en el libro de Daniel, y en los Evangelios, es el portador de noticias muy importantes, como el nacimiento de Jesús y de Juan Bautista. Es representado con una vara de azucena, además es patrono de las comunicaciones y de los comunicadores por haber traído al mundo la más bella noticia con la Anunciación.
Rafael, Dios Sana
Aparece únicamente en el libro de Tobías. Ahí vemos que fue enviado para acompañarlo en el viaje en el que se casaría con Sara, la mujer cuyos anteriores maridos fueron asesinados por el demonio Asmodeo. También, en otro pasaje, le instruye para que le devuelva la vista a su padre. Por ello se le invoca para alejar enfermedades y terminar los viajes con éxito.
Miguel, ¿Quién como Dios?
Según la tradición, ese fue el grito que la corte celestial pronunció ante la rebelión de Lucifer. Se le menciona en el libro de Daniel, en la carta de San Judas, y en el Apocalipsis. En estos dos últimos se le describe peleando con el demonio. Por ello la Iglesia lo invoca para que nos libre de los ataques del maligno, y se le representa con un traje de guerrero.