Caminando hacia la Santa Cruz

Zach Rathke, Congregación de Santa Cruz

Zach Rathke, seminarista de la Congregación de Santa Cruz, nos comparte cómo ha sido el camino que lo llevó a conocer a Dios y finalmente a responder al llamado que El le hizo en la Congregación de Santa Cruz.

¡Hola! Mi nombre es Zach Rathke, CSC, y soy un seminarista de la Congregación de Santa Cruz. Tengo la oportunidad de pasar cuatro meses en Perú para conocer a la gente a quien servimos, nuestra Parroquia, “el Señor de la Esperanza” en Lima, y nuestros ministerios pastorales. Durante mi experiencia aquí, visitaré a los enfermos, ayudaré con la liturgia, daré clases en programas de catequesis, y serviré en el Apostolado del Rosario en Familia. Hoy, me gustaría compartir mi historia espiritual y vocacional para presentarme.

La fe y la duda

Mi madre, una católica muy fiel, nos transmitió la fe mis hermanos y a mí durante nuestra niñez. Íbamos a misa cada domingo y durante la semana, orábamos juntos cada mañana y noche, y mi madre hablaba siempre sobre nuestra fe y la vida cristiana. A pesar del buen ejemplo de mi madre, empecé a dudar mi fe cuando estaba en la secundaria. Me preguntaba si Dios existía, quién era Dios, y por qué debía creer en la iglesia. En realidad, yo quería creer en Dios y la Iglesia Católica, pero pensaba que no había pruebas absolutas de nuestras creencias.

Era un tiempo muy difícil, porque yo anhelaba saber la existencia de Dios con certeza, pero me sentía como si no existiera. Sin embargo, en vez de evitar la iglesia, yo iba a la adoración dos o tres veces por semana para pedir a Dios respuestas a mis preguntas. ¡Dios trabaja en maneras misteriosas! En mis dudas y mi búsqueda de Él, Dios estaba acrecentando mi deseo de conocerle.

¿Cómo debo buscar a Dios?

Cuando entré en la universidad, decidí estudiar filosofía, porque todavía no podía encontrar respuestas a mis preguntas; además quería ser profesor para acompañar alumnos que tengan dudas y preguntas similares. Sin embargo, con mis estudios, mis dudas y preguntas solamente se hicieron más profundas. Hacia el final de mi tiempo en la universidad, me di cuenta de que mi búsqueda de pruebas absolutas no se parecía a la fe del Evangelio. Mi búsqueda era como un rompecabezas en mi mente, pero la fe del Evangelio es sobre un encuentro personal con Dios y con su gente, especialmente los marginados. Por lo tanto, en lugar de empezar a estudiar para mi doctorado de filosofía, entré en un programa para enseñar en escuelas con alumnos de familias pobres.

Enseñé por dos años en una primaria de inmigrantes en Houston, Texas, y por un año en una secundaria en Nairobi, Kenia. Descubrí que cuando me entregaba al servicio con caridad a los queridos hijos de Dios —como Jesús nos dice en el Evangelio—, mi fe y mi confianza en Dios crecían. En vez de solamente pensar durante mis oraciones, yo conversaba con Dios sobre mis experiencias y dificultades con mis alumnos, y también oraba por ellos en sus luchas. Encontré que la alegría que viene de mi relación personal con mis alumnos y con Dios es una prueba más segura que cualquier pensamiento abstracto.

vocacion

¿Cuál es la voluntad de Dios para mi vida?

Después de tres años de enseñanza, decidí regresar a la universidad para tratar de seguir mi sueño de ser profesor. Sin embargo, durante mi primer año de mi maestría, yo anhelaba acompañar y servir a la gente de Dios de una manera diferente—una manera más cercana a la vida cotidiana. Sin embargo, no sabía dónde empezar. Por lo tanto, con mi prima y mi amiga (quienes están discerniendo su vocación también), empezamos una novena de cincuenta y cuatro días con un rosario diario y con la petición de encontrar nuestras vocaciones. Cada noche, cuando rezaba el rosario, yo reflexionaba sobre el discernimiento de María, Jesús, y José, y cómo su experiencia podía guiarme en mi búsqueda de la voluntad de Dios para mi vida. Yo oraba,

“Dios, que yo oiga tu voz—tu voluntad—y la siga como María en la Anunciación, para que yo pueda ser una vasija de Cristo en este mundo. Jesús, que yo pueda aceptar la voluntad de Dios—aunque es difícil—como tú en el Jardín de Getsemaní. Dios, que yo pueda servirte humildemente y con un corazón puro como José.”

Después de la novena, mientras rezaba el rosario una noche, sentí en mi corazón que Dios estaba llamándome a la vida religiosa. En realidad, en la superficie de mi corazón yo tenía miedo, porque me sentía indigno de una vocación religiosa y creía que me faltaban los dones y talentos necesarios para ser sacerdote. Sin embargo, más profundo en mi corazón, sentí la paz intensa de que Dios me estaba guiando a la vida religiosa y el sacerdocio.

Zach Rathke, Congregación de Santa Cruz

Un camino misterioso a la Congregación de Santa Cruz

Durante mi segundo año de mi maestría, empecé a buscar una orden religiosa. Comencé con las órdenes que conocía: los Franciscanos y los Jesuitas. Sin embargo, no encajaban bien con lo que yo anhelaba. Por lo tanto, busqué por Internet otras órdenes, y encontré una lista de las órdenes religiosas en los Estados Unidos. Cuando leí la descripción de la Congregación de Santa Cruz, algo resonó en mi corazón, especialmente porque es una orden enfocada en los ministerios educacional y parroquial. Además, mi familia ha sido muy importante para mí en toda mi vida, y el modelo de nuestra vida religiosa y de nuestros ministerios pastorales en Santa Cruz es la Sagrada Familia.

Y, ahora, después de cinco años de formación, sigo sintiéndome llamado a la familia de Santa Cruz. A veces mi jornada ha parecido larga y tortuosa, pero creo que Dios me ha guiado paso a paso. Espero que yo pueda responder a este llamado—y a cada llamado de Dios en mi vida—como la guía de mi discernimiento, María: “Hágase en mí según tu palabra” (Lucas 1:38).

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