El doctor Buenaventura

San Buenaventura

San Buenaventura, obispo y doctor de la Iglesia, fue un gran predicador franciscano y hombre de profunda oración. Cuando, de pequeño, cayó gravemente enfermo, su madre lo encomendó a San Francisco de Asís. En poco tiempo sanó milagrosamente.

El llamado de Dios

Siendo joven se sintió atraído por la vida religiosa, sobre todo por el carisma de la orden Franciscana. Así fue como ingresó a la orden y se convirtió en un hombre de profunda oración. Estudió en la Universidad de París, destacando por su ardoroso empeño en la formación espiritual.

Después de enseñar por diez años en París, fue nombrado Ministro General de la Orden, en 1257. Por muchos años viajó por varias ciudades de Europa, celebrando capítulos en los que aportaba un juicio muy equilibrado, para solucionar las necesidades de la orden, que iba creciendo cada vez más a lo largo de todo el mundo.


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Fue muy apreciado por Papas, reyes, órdenes y comunidades religiosas de ambos sexos. Fue con el Papa Gregorio X que Buenaventura es nombrado obispo y cardenal, y preparó junto con el Papa el Concilio Ecuménico de Lion, en el que dirigió los debates. Fue gracias a su claro discernimiento y don de conciliación que se consiguió entonces la unión de los griegos disidentes con la Iglesia de Roma.

San Buenaventura

El legado de Buenaventura

Durante los años que enseñó en la universidad, escribió una gran cantidad de libros y tratados, entre los que contamos «Comentario sobre las Sentencias de Pedro Lombardo», «Sobre la pobreza de Cristo», «Tratado sobre la vida de perfección», «Soliloquio» y el «Tratado sobre el triple camino».

En 1257 fue elegido superior de los Frailes Menores, aún tenía 36 años. Fue una época en que la orden estaba sumamente dividida por aquellos que querían vivir la regla tal cual Francisco la redactó y aquellos que querían aligerarla. Entonces Buenaventura escribió a todos los provinciales para exigirles el cumplimiento estricto de la regla.

Su sencillez, caridad y humildad le valieron el título de “Doctor Seráfico”, por las virtudes angélicas que enriquecían su sabiduría. En 1274 fallece, fue canonizado en 1482 y declarado Doctor de la Iglesia en 1588.


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