Historias de bondad y servicio

Voluntarios de USA

Recientemente pasé un mes y medio viviendo con los religiosos de la Congregación de Santa Cruz en Canto Grande, Lima, y trabajando en dos de sus obras- su colegio, Fe y Alegría 25, y el Apostolado del Rosario en Familia. Actualmente estoy estudiando para obtener mi título en una de sus universidades en Estados Unidos. Anteriormente participé en una experiencia de voluntariado con los jesuitas en El Agustino durante un año y, tras una experiencia tan gratificante, solicité pasar un tiempo con los hermanos de Santa Cruz en Canto Grande. Y, gracias a Dios, ¡dijeron que sí!

Mi tiempo en Canto Grande ha sido marcado por historias de personas extraordinariamente generosas y bondadosas, y quisiera compartir algunas de estas experiencias con ustedes.

Fe y Alegría

Santa Cruz coordina una escuela llamada “Fe y Alegría 25”. Fe y Alegría es una red de escuelas que existen como un convenio entre el gobierno y organizaciones privadas como Santa Cruz. El gobierno paga los salarios de los profesores, pero les otorga a las organizaciones la autonomía de escoger sus profesores y operar las escuelas conforme a su filosofía de enseñanza. Por cuanto puedo comprender, es un modelo de educación pública muy exitoso, que da a los estudiantes una educación muy superior a la que podrían recibir en la mayoría de escuelas públicas.

Fui asignado a la escuela Fe y Alegría 25, en una clase para estudiantes con dificultades de aprendizaje. Dificultades es un término muy general, usado para describir a personas en una amplia variedad de situaciones. Algunos de los estudiantes con quienes trabajé tenían autismo, mientras otros nacieron con síndrome de Down. Incluso otros tenían dificultades que me eran desconocidas, que suponían un reto para aprender a leer o comprender conceptos abstractos, como por ejemplo, matemáticas. Yo ya había enseñado a nivel de primaria, secundaria y universidad, pero esta fue la primera vez que trabajé específicamente en educación especial. Durante la primera semana, el trabajo me resultó agotador. Me costaba comunicarme con algunos de los estudiantes que no podían articular palabras. Pero pasando tiempo con ellos, conociendo su personalidad y comprendiendo mejor su lenguaje corporal, la barrera de comunicación con algunos de mis estudiantes desapareció gradualmente. Al llegar al aula cada mañana, me recibían con un fuerte grito -“¡COLIN!”-, seguido por el correr de cinco o seis estudiantes que corrían para saludarme. ¡Era un sentimiento grandioso!

Colin con chicos de Fe y Alegría

A lo largo del día, yo les explicaba sus tareas y revisaba sus trabajos mientras avanzaban. Adicionalmente a las asignaturas tradicionales, los estudiantes también tenían clases de baile y cocina. El baile les ayuda a desarrollar su motricidad, mientras la clase de cocina tiene como propósito ayudarles a aprender habilidades prácticas que les ayuden a valerse por sí mismos.

La docente con quien trabajé cree firmemente en las capacidades de sus estudiantes y quiere que ellos aprendan las destrezas necesarias para ser independientes. En un esfuerzo para promover esto, llevábamos a los estudiantes al mercado que queda cruzando la calle para que compren los ingredientes para la clase de cocina. Después de instruirlos en qué comprar, los enviábamos a los pequeños puestos que componen la vida del mercado. Los dueños de los negocios conocen la realidad de los estudiantes y pacientemente les preguntan, a fin de guiarlos en el proceso de compra. Fue asombroso participar del logro de los estudiantes, así como la determinación de su profesor y la buena voluntad de los comerciantes. Conforme iba conociendo a los estudiantes, me di cuenta de qué manera las barreras en la comunicación, y sobre todo la falta de interacción con personas con discapacidad, puede llevar al pensamiento estereotipado y falsas percepciones.

El Apostolado del Rosario en Familia

A través del Apostolado del Rosario en Familia, Santa Cruz promueve el rol que juegan los padres en el desarrollo de la fe de sus hijos, así como la importancia del acompañamiento de María en nuestro caminar. Mi labor en el Apostolado del Rosario en Familia consistió principalmente en acompañar a los responsables de pastoral a los colegios donde hacían presentaciones, y familiarizarme con los materiales que usan para sus ponencias. ¡Debo decir que me impresionó mucho la labor que llevan a cabo! Una vez a la semana visitaba su oficina y revisaba los diferentes libros que tienen acerca del Rosario. Muchos de ellos han sido elaborados por las mismas personas que trabajan en el Apostolado. Uno de mis favoritos, Sin miedos, fue ideado por el P. Roberto Baker May, CSC. Este libro relaciona cada uno de los misterios del rosario con un tema distinto en la vida de una persona joven, haciendo del rosario una práctica con la que ellos pueden identificarse. Por ejemplo, los Misterios Luminosos se corresponden con las preguntas vocacionales que muchos jóvenes se preguntan, y los anima a rezar para que Dios ilumine sus vidas, así como iluminó el camino de Jesús y su misión, a través de los distintos momentos de su vida (el Bautizo en el Jordán, las bodas de Caná, la proclamación del Reino, la Transfiguración, y la institución de la Eucaristía).

Gilmer desde el balcón

Como parte de su labor, el Apostolado del Rosario en Familia vende estos libros, así como rosarios, Biblias y otros materiales, a costos sumamente bajos, para que sus materiales sean más accesibles.

Lo que esta experiencia significó para mí

Ahora quisiera hablar más directamente de lo que esta experiencia ha significado para mí. Cuando llegué a Canto Grande, estaba muy emocionado, pero también nervioso, pensando cuán exigente sería mi trabajo. Afortunadamente, me sentí tan bienvenido, tanto en Fe y Alegría como en el Rosario en Familia, que al terminar mi primera semana en ambos lugares, sentía que había conocido a estas personas por mucho tiempo. Ellos me recibieron en su trabajo y en sus vidas y me hicieron sentir en casa. Fue una experiencia de lo que el Papa Francisco llama la “cultura del encuentro”: yo confié en que ellos tenían algo bueno para ofrecerme, y que yo podía ofrecerles algo bueno también.

Pero bajo la superficie, algo me incomodaba. Mirando en retrospectiva, creo que tuvo que ver con la añoranza de mi hogar. Esta ha sido una lucha de la que me he percatado en el último año, mientras he discernido mi vocación. Estoy ansioso por pasar tiempo en el Perú, donde disfruto de la cultura, y cuán cercana es la gente. ¡Es una aventura! Pero al mismo tiempo, siento un empuje igual por estar con mi familia. A veces en Canto Grande pensaba, “estoy disfrutando de esta experiencia, pero no estoy seguro si es donde Dios me llama. ¿Cómo podría dejar a mi familia?”. Otras veces pensaba, “me siento necesitado aquí, y me siento en casa. Tengo tanto que dar y que recibir. ¿Cómo podría separarme de esta comunidad?”. Actualmente me encuentro en este punto en mi discernimiento vocacional, contemplando dos buenas opciones.

Conclusión

Ahora que he terminado mi tiempo en Canto Grande y he regresado a Estados Unidos, vuelvo con muchos recuerdos de la bondad de la gente que conocí. Gente que me ayudó a encontrar el camino a casa cuando me perdí, que me devolvió mis pertenencias cuando pensé que me las habían robado, que me sorprendió e incluso me abrumó una y otra vez con expresiones de gratitud… Estas historias me demuestran el lado más “productivo” de mi tiempo en Canto Grande- las relaciones que construí. Relaciones fuertes y sólidas con gente que me recibió en sus vidas, retándome a formar una imagen distinta de la labor de voluntariado, y recordándome la transformación que éste puede generar.

Estos recuerdos también me han dado mucho qué pensar mientras avanzo en mi discernimiento vocacional. El discernimiento no ocurre en el vacío. Es a través de la experiencia y la huella que nos dejan estas experiencias, que Dios nos guía hacia adelante. El tiempo que pasé con Santa Cruz este junio y julio, sin duda ha valido la pena, y no puedo agradecer lo suficiente a todos los que me recibieron con tanta calidez y me hicieron sentir apreciado.

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