De Iñigo a San Ignacio

San Ignacio de Loyola

Los primeros pasos de santidad que dio San Ignacio

El 31 de julio recordamos a san Ignacio de Loyola, fundador de la Compañía de Jesús y autor de los Ejercicios Espirituales. En este artículo, sin embargo, no te hablaremos de la santidad de este hombre, sino de las luchas que experimentó para alcanzarla. ¡Seguramente podrás identificarte con algunos aspectos de la vida de este santo!

Un accidente providencial

Ignacio era un soldado. La milicia era su vida y el combate su pasión. Sin embargo, en una guerra contra Francia, una bala de cañón destruyó su rodilla, obligándolo a retirarse de la guerra (se cuenta que los mismos franceses, en un acto de benevolencia, lo devolvieron en una camilla a su ciudad natal). Tras la batalla experimentó altas fiebres y malestares, tanto que los doctores pronosticaron su muerte. Sin embargo, Dios tendría otros planes para él, y para sorpresa de todos, su salud mejoraría, aun con su rodilla rota. ¿Cuántas veces pensamos que hemos llegado al final del camino sólo porque nuestros planes no resultan como esperábamos? Dios muchas veces nos habla en los momentos de aparente fracaso y estancamiento.

Dios está cerca de los que sufren

Aunque su pierna mejoró, se desarrolló en su rodilla una protuberancia. Los doctores le recomendaron extirparla antes de que empeorara. Ignacio aceptó, pero se sometió a la intervención sin ningún tipo de anestesia, soportando con valentía el intenso dolor. La secuela que le quedó fue una cojera permanente en la pierna. Durante los largos momentos de convalecencia, necesitaba algo con qué distraerse; fue así que llegaron a sus manos un libro sobre la vida de Cristo y un volumen de la vida de los santos. Pudo entonces acercarse a Dios, comprendiendo que muchos de sus planes eran vanos y no le producían más que sufrimiento, mientras que la cercanía a Dios le brindaba consuelo y paz. En nuestros momentos de sufrimiento y dificultad, permitamos a Dios que nos consuele también, y que aparte de nosotros las vanidades y deseos pasajeros que únicamente nos traen amargura.


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Esperar de la mano de María

San Ignacio y la Virgen de Montserrat

Su acercamiento a Dios y su crecimiento espiritual no lo dejaron exento de dificultades terrenas. La paciencia es una virtud que crece cuando dejamos de aferrarnos a nuestros planes, y así fue para Ignacio de Loyola. Tras una visión mística de María y Jesús, tomó la decisión de viajar a Tierra Santa; sin embargo, no pudo entrar a Barcelona, donde se embarcaría, y tuvo que quedarse cerca de Montserrat. Vivió un año allí, hospedándose en ocasiones con los dominicos y otras veces en un hospicio de pobres, y retirándose constantemente a orar y hacer penitencia en una cueva cercana. ¿Te sientes estancado o detenido? Tal vez es porque Dios quiere que tengas paciencia; aprovecha este tiempo para acercarte a El y a nuestra Madre María, y descubrirás lo que te está diciendo

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