Juan Bautista, mártir de la verdad

San Juan Bautista

Por aquel tiempo, Juan Bautista se presentó en el desierto de Judea predicando:  “Convertíos, porque está cerca el reino de los cielos” (Mt 3, 1-2).

La misión de Juan

Juan tenía la misión de preparar y allanar el sendero al Mesías, exhortando al pueblo de Israel a arrepentirse de sus pecados y corregir toda injusticia. Con palabras exigentes, Juan Bautista anunciaba el juicio inminente: «El árbol que no da fruto será talado y echado al fuego» (Mt 3, 10). Sobre todo, ponía en guardia contra la hipocresía de quien se sentía seguro por el mero hecho de pertenecer al pueblo elegido. Esta exhortación de Juan Bautista a la conversión. Es una invitación apremiante a abrir el corazón y acoger al Hijo de Dios.

Es precisamente ese celo por exhortar a la conversión, a denunciar los pecados de los poderosos, que sufrió la cárcel y luego el martirio. Tan poderosa era el mensaje que Dios enviaba a través de él, que el mismo Herodes le temía. Solo por cumplir el ofrecimiento hecho en un arranque de pasión a Salomé, es que llevó a cabo la ejecución del Bautista.

¡Conviértanse!

Hoy, en el presente, es cuando se juega nuestro destino futuro; con el comportamiento concreto que tenemos en esta vida decidimos nuestro destino eterno. En el ocaso de nuestros días en la tierra, en el momento de la muerte, seremos juzgados según nuestra semejanza o desemejanza con el Niño que está a punto de nacer en la pobre cueva de Belén, puesto que él es el criterio de medida que Dios ha dado a la humanidad.

Mediante el Evangelio, Juan Bautista sigue hablando a lo largo de los siglos a todas las generaciones. Sus palabras claras y duras resultan muy saludables para nosotros, hombres y mujeres de nuestro tiempo, en el que, por desgracia, también el modo de vivir y percibir la Navidad muy a menudo sufre las consecuencias de una mentalidad materialista. La “voz” del gran profeta nos pide que preparemos el camino del Señor que viene, en los desiertos de hoy, desiertos exteriores e interiores, sedientos del agua viva que es Cristo.

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