Juan Pablo II, el Papa de María

San Juan Pablo II

Todos recordamos a Juan Pablo II, algunos incluso recuerdan su elección. El Papa viajero, el Papa de María. Y es que todos recordamos también su frase más conocida: Totus Tuus, dedicada a la Santísima Madre.

Esta frase está tomada del Tratado de la Verdadera Devoción a la Santísima Virgen, de San Luis María Grignon de Montfort; en ella expresa su entrega total a la Madre de Dios.

Desde pequeño recibió la fe de sus padres. Su madre alimentó su piedad mariana al construirle un altar en un rincón de su habitación, donde el pequeño Karol rezaba con fervor.

Corazón Mariano

Como hemos visto, su devoción a María se forjó desde muy temprano. Ya de joven, fundó una asociación juvenil mariana, apoyado por un profesor. Su devoción y fe profunda impresionaba a más de uno.

Durante su vida sacerdotal, María estaba siempre presente. Ya como Papa, su devoción le llevó a poner en su escudo, no solo un anagrama de María, sino también la frase “Totus Tuus”.

Un pontificado dedicado a María

Uno de los grandes recuerdos que nos dejó Juan Pablo II durante su pontificado es el Año Mariano, convocado en 1987. “La Iglesia fija sus ojos en ti como su propio modelo (…)”. De esta manera se dirigió el Papa a la Virgen María, al anunciar ese año dedicado a ella. Y como para recordarnos su profunda devoción mariana, en el 2002 proclamó el “Año del Rosario” desde octubre 2002 a octubre 2003.

Durante sus audiencias de los miércoles, empezó a dirigir mensajes sobre la Virgen María, que se convirtieron en una Catequesis Mariana. Ahora los podemos encontrar en varias páginas católicas.

San Juan Pablo II

El Rosario de la Virgen María

Para el año del rosario, Juan Pablo II nos dejó una de las encíclicas marianas más recordadas: “Rosarium Virginis Mariae”, en donde nos propuso los Misterios Luminosos que son los “misterios de la vida pública de Cristo desde el Bautismo a la Pasión” (RVM, 19).

Con su pronta beatificación y canonización, la Iglesia nos ofrece un modelo, no solo de santidad sino de amor y devoción a la Madre de Dios. Que por su intercesión, el Señor nos ayude a crecer en ese amor de hijo a su Madre, para que nos confiemos a ella y, como San Juan Pablo II y San Marcelino Champagnat podamos entregar “todo a Jesús por María, todo a María para Jesús.


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Fuentes:

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