La pureza de Inés

Santa Inés

Santa Inés, o Agnes, fue una jovencita de unos 12 o 13 años, que padeció el martirio por no negar su fe, por mantenerse firme y fiel al voto de castidad ofrecido a Jesús.

Inés, cristiana desde la cuna

La tradición la ubica a fines del siglo III, hija de una familia acomodada y que fue educada en el cristianismo. Desde pequeña desarrolló una fe tan firme que a corta edad hizo un voto de castidad: permanecería virgen hasta la muerte.

Un relato cuenta que ella fue pretendida por un noble, quien, al verse rechazado debido al voto de Inés, acudió a su padre, que ocupaba un alto cargo. El cristianismo de Inés fue revelado en una época de gran persecución.

La pasión de Santa Inés

Cuando fue apresada quisieron obligarla a renegar de su fe, pero ella se mantuvo firme. Fue entregada al círculo de doncellas que rendían culto a los dioses de Roma, pero ella lo rechazó. Eso enfureció a sus captores.

Fue llevada entonces a un prostíbulo, para ser vejada, pero incluso ahí Dios preservó su pureza, protegiéndola de manera sobrenatural. Al ver esto la condenaron a morir en la hoguera, pero al ejecutar la sentencia, las llamas no la lastimaron.

Santa Inés

Al ver que ningún suplicio acababa con la fe de esta muchacha, la condenaron a morir degollada. Cuentan unos relatos antiguos que la mano del verdugo temblaba antes de ejecutar la sentencia, al ver la fe tan sólida de esta jovencita.

Inés murió al filo de la espada, pero mantuvo su voto de virginidad hasta la muerte, permaneció fiel a aquél que había dado su vida por ella. Muchos años más tarde, la hija del emperador Constantino hizo construir una basílica en honor a la virgen mártir.

Modelo de pureza

Santa Inés es venerada como patrona de las jóvenes, de la pureza, de las novias y prometidas en matrimonio; y, aunque parezca extraño, de los jardineros, porque la virginidad es representada también como un jardín cerrado.

Se le representa con una diadema y un cordero, en alusión de su nombre. Se le ve también acompañada de una pira, una espada y lirios.

“Su consagración es superior a la edad, su virtud superior a la naturaleza: de tal manera que su nombre parece no haberle venido de elección humana, sino ser predicción del martirio, un anuncio de aquello que ella debía ser”.

San Ambrosio

Fuentes:

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