Lecciones del corazón

Corazon

Enseñanzas de los corazones de Jesús y María para la familia

Junio es el mes de los corazones. El 16 de junio se celebra el Sagrado Corazón de Jesús, y el día siguiente el Inmaculado Corazón de María. Las celebraciones están unidas como lo estuvieron ambos corazones, puesto que el corazón humano de Jesús comenzó a palpitar en el vientre de su madre terrena, María. La devoción a los corazones de Jesús y María está muy difundida alrededor del mundo y, además de ser muy piadosa y buena para el espíritu, puede enseñarnos valiosas lecciones para nuestras familias. Estas son tres lecciones que los Sagrados Corazones nos enseñan.

El amor ilumina y enciende el corazón

Las representaciones de los corazones de Jesús y María usualmente llevan un fuego encendido en la parte superior. Y es que el amor es la fuente de la vida. “Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que cree en él no se pierda, sino que tenga vida eterna (Jn 3, 16)”. La vida encuentra su plenitud en la entrega, el sacrificio y la unión que constituyen el amor. Y cuanto más amamos, más se ilumina y se enciende nuestra vida.

No hay amor sin dolor

Otro elemento que siempre está presente en las imágenes de los Sagrados Corazones es el dolor, representado en el corazón de Jesús como una corona de espinas, y en el de María, como una o varias espadas que lo atraviesan. El dolor es un elemento inevitable del amor. Decía San Agustín, “Si no quieres sufrir no ames, ¿pero si no amas, para qué quieres vivir?”. A veces caemos en esa visión idealizada a la Hollywood del amor que es todo sonrisas y alegría. Pero cuando vemos ejemplos reales de amor, como padres que lo dejan todo por cuidar a un hijo enfermo, voluntarios que reducen su expectativa de vida para que un amigo o familiar pueda vivir más mediante un trasplante, o incluso personas que han dado sus vidas para salvar las de otros, comprendemos que el verdadero amor implica dolor y sufrimiento.

Amar es acoger con el corazón abierto

Observando cualquier imagen de los Sagrados Corazones podemos notar que tanto Jesús como María señalan a sus corazones, como si nos guiaran hacia ellos. En esto consiste la devoción a los Sagrados Corazones: encontrar en ellos refugio, consuelo, misericordia; y de la misma manera, amar es abrir el corazón al prójimo cuando más lo necesita, aun cuando podría parecer que menos lo merece. En familia encontramos constantemente nuevas oportunidades para vivir esta acogida, pues siempre habrá alguien cerca que necesite sentirse amado y escuchado. Al acoger a alguien en nuestro corazón, dejando de lado sus defectos y faltas para darle todo nuestro amor, nuestro corazón se llena de bondad y comienza a parecerse a los Sagrados Corazones de Jesús y María.

Conclusión

Que la contemplación del Sagrado Corazón de Jesús y del Inmaculado Corazón de María este mes nos lleve a buscar imitar en todo momento sus virtudes, y ante todo a amar sinceramente a nuestro prójimo, empezando por quien tenemos más cerca, es decir, nuestras propias familias.

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