La Santísima Trinidad

¿Podemos entender qué es la Santísima Trinidad? Tres personas distintas y un mismo Dios. ¿Es eso comprensible para el pensamiento humano? Las Sagradas Escrituras nos hablan de cada persona y de un solo Dios único.

“Las tinieblas cubrían los abismos mientras el espíritu de Dios aleteaba sobre la superficie de las aguas” nos dice el libro del Génesis. Ya vemos al Padre Creador y al Espíritu de Dios, pero… nos falta el Hijo. ¿Dónde estaba?

En palabras del mismo Cristo

En el Evangelio de Juan, Jesús nos dice que “antes que Abraham naciera, Yo soy”. Nos da a entender que Jesús, el “Hijo”, ya existía desde el principio. Pero aún no es tan fácil entenderlo.

Pensar en la posibilidad de tres seres distintos pero que a la vez son uno solo, es incomprensible desde el limitado punto de vista humano, porque nuestro saber no alcanza a conocer toda la dimensión del Misterio de Dios. Es por ello que necesitamos la fe.

Creo en un solo Dios

El Credo recita la fe de la Iglesia, empezando por “Dios Padre Todopoderoso”, para luego hablar de “Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor”. Más adelante cierra con “Creo en el Espíritu Santo”. Y ahí tenemos a las tres personas. Lo rezamos en misa los domingos, pero ¿lo creemos?

Con la razón es incomprensible, pero «la fe (…) es la certeza de cosas que no se pueden ver», nos dice la carta a los Hebreos.

Doctrina de la Iglesia

Desde los inicios de la Iglesia, la mención a la Santísima Trinidad ha estado presente. En la Didache se nos dice debemos bautizar “en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo”, como cuando Jesús nos manda «hagan que todos los pueblos sean mis discípulos. Bautícenlos en el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo».

Atenágoras decía “¿Quién, pues, no se sorprenderá de oír llamar ateos a quienes admiten a un Dios Padre y a un Dios Hijo y un Espíritu Santo, que muestran su potencia en la unidad y su distinción en el orden?”, explicando, sin mencionarla, a la Santísima Trinidad.

La mente humana no alcanza para comprender los Misterios de Dios, escapan a nuestra comprensión limitada del mundo, del espacio, del universo. Dios mismo se nos revela por medio de Jesucristo y nos envía el Espíritu Santo para impulsar a su Iglesia, para llevar adelante la misión, para hacer discípulos suyos a todos los pueblos, bautizándolos EN EL NOMBRE DEL PADRE, Y DEL HIJO, Y DEL ESPÍRITU SANTO.


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